La filosofía de la educación no apunta a cómo
mejorar el modo de adquirir más conocimientos; sino, a cómo hacer que los
educandos se tornen más conscientes y deseos de cambiar el mundo, se trata de
ser competentes y no de competir y La
filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas
que plantea, sino más bien por los problemas mismos.